Es uno de los deportes más lucrativos del mundo, eso lo sabemos todos. Cantidades ingentes de dineros entran a las cuentas bancarias de los futbolistas todos los días, quienes además de gozar del status económico lo hacen del social también. Esto los convierte en auténticos referentes de la sociedad actual y al fútbol en sí en un negocio utópico.
Actualmente un montón de personas sueñan con llegar al más alto nivel en todos los ámbitos posibles y desde todas las partes del mundo. En España, Estados Unidos, China, en prácticamente cualquier lugar que se te ocurra hay un niño soñando en este momento con jugar la UEFA Champions League.
No obstante hay un caso muy especial y es el de África. Los jóvenes de aquel continente ya deben luchar de por sí contra un montón de adversidades inhumanas. Entonces llega a la escena esta maravillosa disciplina que les permite jugar, divertirse, olvidarse de las penas un rato; tratando de ignorar el hecho de que están en uno de los lugares más desfavorecidos de todo el mundo y que el hecho de conseguir comida es una tarea titánica.
Muchos de esos niños que en algún momento se han encontrado jugando descalzos con sus amigos, han terminado como grandes estrellas del fútbol y modelos a seguir en sus países (que por lo general tienen un pasado bélico reciente). Toda esta situación motiva a los niños a querer mejorar para tener la oportunidad en algún momento de demostrar su talento y poder llegar al fútbol profesional. Aunque una de las verdaderas motivaciones está en salir de la pobreza y abandonar la precariedad para pasar a vivir a un lugar mejor.
Desgraciadamente muchos individuos han visto en todo esto una oportunidad de negocio y han decidido iniciar un sistema que se aprovecha de la pasión de los pequeños africanos para poder enriquecerse. Las consecuencias van desde el hecho de que las víctimas terminan en el viejo continente sin un lugar en donde dormir, hasta que inclusive ingresen en el mercado negro como esclavos.
Primero que nada se fijan en un jovencito que supuestamente puede tener un futuro prometedor en el deporte y se le presenta un proyecto ambicioso que culmine con la oportunidad de jugar en aquellos países tan añorados en las ciudades africanas. En muchos casos se contacta a la familia y comienzan los trámites pertinentes para la supuesta mudanza y el cambio de hogar; se trata de que todo parezca lo más legal y correcto posible, y esto lo consiguen con la fachada de agentes profesionales.
Luego de que se consigue todo la joven promesa está dispuesta a emprender el rumbo pero sorpresivamente el destino no es una ciudad deportiva, ni un estadio; ni siquiera un simple campo, sino algo mucho más despiadado. El niño se encuentra solo y se siente usado, sin una solución cercana y lo peor está por venir. En muchos casos los supuestos agentes los venden como esclavos en el mercado negro; en otros sencillamente los abandonan luego de haber sacado el máximo provecho posible, e inclusive llegan a prostituirse o a convertirlos en esclavos sexuales.
Todo esto es una cara del fútbol poco conocida pero que acontece y crece día a día con la desesperación de los pobres chicos que solo quieren poder jugar y tener un mejor futuro en un país más próspero.
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